Hay amores que nunca mueren



4 de Diciembre de 1979, hace ya tantos años que mi Tata, mi querido tata, se fue de este mundo, se fue su cuerpo, más nunca, pero nunca se fue lo que siempre he sentido por el.

Que maravilla era el abuelo, Don José David, un tipazo, de baston y sombrero, gran porte, buen humor, consentidor y alcahuete.

Fuimos 28 primos, y mi tata, tenia sus nietas consentidas, entre las cuales, me encontraba yo, no se si porque era la primógenita de su hija la más pequeña, o porque nos identificamos tanto que nos amabamos profundamente.

Nunca pero nunca, recuerdo haber recibido un regaño de él, al contrario siempre dispuesto a jugar conmigo, de pequeña me sentaba sobre sus hombros y el estaba en su reposet , mientras yo le untaba la cabeza con los pocos cabellos que tenia con crema "Nivea", y después lo peinaba.

Cuando quedó viudo, trabajo un tiempo en "Bahia", y digo trabajo, porque mi tío mas bien le dio el empleo como terapia ocupacional y ah que mi tata, agarraba los binoculares, y según el vigilaba, lo cual no era del todo cierto, más bien veia a las muchachas en bikini, eso si era muy querido y respetado por todos quienes lo conocian.

Hombre bastante prolífico, que dió a este mundo 15 hijos, y considero que hizó de todos, por lo menos los 11 que quedaron vivos, hombres y mujeres de bien.

Cuando yo estaba en quinto de primaria, mi tatá estuvo viviendo un tiempo en la casa, pues él estaba ya un poco enfermo, él tenía prohibido comer dulces, pero me enseño en ese momento lo que era el trueque, o sea: me daba dinero para mis canicas, y yo a cambio le compraba chiclosos "Kraft", que eran muy bien escondidos para que mi mamá no nos cachara.De él aprendí a diferencias los pericos, de las agüitas, y a ganarle a mis compañeros.

Es cierto , se fue, pero sigue y seguirá viviendo en mi corazón , por siempre, mi abuelo, mi compañero, mi amigo de juegos.

Gracias Tatá.

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